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Es vital enseñar esta herramienta a aquellos individuos que les cuesta ver los problemas como oportunidades, las desgracias como enseñanzas, lo malo como aprendizaje. Esta capacidad nos ayuda a protegernos contra la depresión y otras patologías mentales, además de mejorar nuestra autoestima y contribuir a nuestra productividad.
La Doctora Karen Reivich contribuyó a escribir El niño Optimista junto a Martin Seligman y llegó a interesantes conclusiones en cuanto al tema de la resiliencia. Las personas resilientes tienen la capacidad de ser de esta manera a lo largo de su vida mediante el buen humor, el optimismo, cualidad que mantiene la esperanza y la fe en los individuos. Además de estas características, existen más habilidades que pueden ser aprendidas y contribuyen a aumentar nuestra capacidad de resiliencia.
Entre estas habilidades encontramos:
La resiliencia también puede ser utilizada en el ámbito laboral. Para sobrevivir a ambientes hostiles o el stress debes hacer uso de lo siguiente:
Estas habilidades te permitirán acercarte al cambio desde un enfoque más significativo, crear estrategias, resolver conflictos y además incrementar tus actitudes positivas.
La resiliencia es una habilidad que puedes desarrollar, el disfrutar de relaciones de cariño y amor en la familia te ayuda a ser fuerte, pero aún no teniendo esto hay otras maneras de poder trabajar en ella.
Tener una visión favorable de ti mismo, confiar en nuestras capacidades y fortalezas, tener la capacidad de planificar de una manera realista, aprender a manejar los impulsos son factores que también contribuyen a la resiliencia.
Las crisis son necesarias para tu crecimiento como persona, no son obstáculos necesariamente, no si reinterpretas estos acontecimientos a tu favor. Es sabido que quienes atraviesan por grandes adversidades pueden descubrir algo en ellos y despertar su potencial. La aceptación de lo que no puedes cambiar te permite poner el foco en aquello que sí puedes controlar.
No ignores los problemas, no es la manera de lidiar con ellos, hay que aceptar que están ahí y hagamos lo que esté en nuestras manos para poder manejarlos. Debes confiar en ti y tus capacidades, brindate el permiso para sorprenderte.
Intenta evaluarte con más justicia, no siempre seas tu peor juez, intenta apreciar quiénes eres en realidad y todo lo que eres capaz de lograr. Evita catastrofizar, no compliques las cosas más de lo que están, si entras en pánico, si eres exagerado, si alejas a aquellos que pueden brindarte una mano, te estás hundiendo y generando nuevos problemas. La esperanza es lo que puede sostenerte durante los peores momentos, debes tener esa fe inamovible de que vas a poder salir adelante o al menos hacer que esa situación tenga un sentido para ti. La esperanza se compone de tres elementos, lo que quieres alcanzar, el camino para llegar a eso y confiar ciegamente en ti.
Respétate, cuida de tus necesidades, entiende cuáles son tus anhelos. No temas enfrentarte a emociones fuertes, son necesarias para construir tu carácter. Sé activo en cuanto a lo que te sucede, enfocate en lo mucho o poco que puedes controlar, recuerda que la actitud es algo que concientemente elegimos. No seas caprichosamente orgulloso y ten la humildad suficiente para pedir ayuda cuando no puedes hacer las cosas solo.
Estas prácticas van a ayudarte a ser más fuerte, más flexible y a salir victorioso de las adversidades.
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resiliencia técnicas consejos esperanza optimismo
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