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DEBES Y HABERES El balance más temido de todos: el de cada uno, el de fin de año

Llega el mes más intenso de todos y cada uno pasa raya: ¿es necesario?, ¿cómo encararlo? Por Leonel García

Diciembre es, por muchos motivos, abrumador. El tránsito se convierte en una jungla. Los supermercados están repletos de gente. Los chicos están ansiosos por las vacaciones. Los jóvenes están histéricos por los exámenes. En las oficinas el trabajo sale hasta de los aires acondicionados. La temperatura nubla las mentes. El bombardeo publicitario navideño satura. Las despedidas empachan y embriagan. Las parejas discuten con qué familia política pasar cada fiesta. Las reuniones con seres queridos se superponen; las con seres no queridos también. Ufff.

También es un mes donde las soledades y las pérdidas duelen más. Y es un mes en el que se suele pasar raya, poner los ítems en las columnas del debe y del haber, y confeccionar el tan mentado balance.

Este diciembre, además, es particularmente abrumador. El psicólogo y logoterapeuta Alejandro de Barbieri dice que la pandemia provocó que haya episodios que uno no pueda situar de primera si pasaron este año o el anterior. Y la pandemia, se sabe, afectó a todos, en todo; a algunos, fatalmente.

Ahora, ¿es necesario hacer ese balance? Más que necesario o no, recomendables o no, los balances a esta altura del año son inevitables y ocurren per se, coincidieron distintos psicólogos consultados por Galería, que por estas fechas están atendiendo pacientes eufóricos, aplastados o con esos dos estados de ánimo a la vez. La única voz distinta es la de Álvaro Alcuri, gestáltico, quien “siempre desde la perspectiva del terapeuta”, sugiere el balance solo “cuando se pretende sacar alguna conclusión de lo pasado”. Cuando la persona tuvo “un año espantoso”, ya sea por la muerte de un ser querido o una pérdida dolorosa desde lo laboral o afectivo, directamente lo desalienta. “Yo tengo que pensar en lo que a la gente le haga bien”.

Pero como pensar en un balance anual parece ser tan natural como pensar en qué se va a gastar el aguinaldo, bien valen algunas consideraciones. Para Richard Prieto, psicoanalista, el problema inicial pasa por buscar que un balance, tal como si fuera una empresa, sea inevitablemente positivo. “Y eso no es lo común; lo común es que un año haya resultado, no digo malo pero sí complejo. Ojo, un año complejo puede arrojar buenos resultados: salvar una enfermedad o un problema económico”.

Hay una explicación más racional en la “necesidad” del balance: la de pasar raya para pensar el futuro estando más liviano de equipaje. Eso sostiene, también desde la vereda del psicoanálisis, Nicolás Bagattini: “Los tiempos de reflexión sobre el pasado más próximo, al igual que el más lejano, permiten consolidar progresivamente la identidad en la que sustentamos el futuro. En ese sentido, pensar hacia atrás es también mirar hacia adelante un poco. Ese es un derivado del desarrollo de especie, que nos permite poner la acción en segundo plano y vernos un rato desde fuera. Reflexionar permite así procesar dolores y relativizar euforias, corregir errores y evaluar escenarios futuros”.

Mariana Alvez Guerra, desde la psicología positiva, dice que un balance es bueno si se hace foco en lo que se tiene (la columna del haber, en términos contables) y revalorizarlo, lo que no es poco en estos tiempos de incertidumbre. “Si hay trabajo y salud, ya es más que suficiente para estar agradecido. Aunque en todos los años pasan cosas que nos sacuden, es bueno focalizarse en las cosas que sí funcionaron y no despreciar ningún logro, por pequeño que sea. Todo paso pequeño, con constancia, es un paso hacia la excelencia”.

Buscar lo más valioso. En el modelo adleriano, explica Andrés Buschiazzo, también coordinador de los Grupos de Risa, se pone el eje en las tres “tareas” vitales: trabajo-vocación, el amor y las relaciones interpersonales. Entonces, la pregunta válida sería cómo se está parado en cada uno de esos aspectos y qué se puede hacer para mejorar en el que se está a disgusto. “Si en alguno de esos lugares el balance es negativo, yo diría que revise su estilo de vida o que consulte a alguien que le pueda ayudar, ya sea un terapeuta, un amigo, un sacerdote, un pastor… Todas esas son cosas subjetivas, aclaro. Yo puedo ganar muy bien, tener muchos amigos y no estar a gusto”.

No hay un único modo de hacer balance. De Barbieri, autor de Educar sin culpaLa vida en tus manos Un día complicado, sugiere enfocarse en los tres posibles tiempos y no en uno a la vez. “La depresión es exceso de pasado, el estrés es un exceso de presente y la ansiedad es exceso de futuro. En el balance, entonces, es fundamental revisar todos estos tiempos, lo que viví, cómo estoy y cómo me proyecto”.

Algunas recomendaciones prácticas. Alvez Guerra sugiere hacerse un momento al día para recordar las cosas “que sí funcionaron” y que “hacen sentir orgullo”. Necesariamente, un balance es un tiempo de introspección. “Puede servir sentarse y escribir los hitos del año. Lo escrito tiene mucho poder porque ayuda a organizar la mente, fija la información. El cerebro tiene la tendencia a fijarse en los puntos más pesimistas por un tema de supervivencia; lo positivo resbala, no se fija tanto. Por eso es tan importante el escribir y mantener recuerdos de los momentos lindos, de los logros, con fotos, audios o cosas físicas (tipo entrada al cine) que ayuden a volver a la emoción positiva del momento”. Llegado el caso, añade, si uno por sí solo no puede recordar lo positivo, vale preguntarles a las personas alrededor qué cosas buenas hice. “Eso hacen las personas que nos quieren”.

La tendencia a irse hacia los extremos es fuerte. Alcuri, escritor y especialista en dinámicas de pareja y familia, dice que no son muchas las personas que tienen una mirada equilibrada de la realidad, la posibilidad de ver luces y sombras, señal de una buena salud mental. También se ha bombardeado exageradamente desde lo cultural y lo comercial con esta época del año. “Diciembre es el mes de querer que se me cumplan las expectativas… y hay muchas que no se cumplan. Todos traemos una deformación de chiquitos que tiene que ver con expectativas exageradas, con un señor gordo en trineo que nos traerá cosas mágicas. Y si pensás que en estos días se van a arreglar tus problemas de pareja o vas a conseguir trabajo, sos muy infantil. Esas cosas van a depender de tu esfuerzo, sacrificio, de lo que labures y de lo que estudies, no de la magia”.

Prieto, responsable del podcast de psicología Tu cabeza en llamas, no es de direccionar a nadie sobre cómo encarar un balance, pero sí de remarcar que cada uno vea lo que logró alcanzar. Como si se fuera un resultadista a ultranza, uno no termina siendo justo con los esfuerzos realizados si no se alcanzó el objetivo deseado. “Ponele que uno quería viajar y no pudo; ta, eso es negativo. Pero quizás hizo un esfuerzo y salió de un problema grande que tenía. Ponele que no alcanzaste una meta, pero no perdiste el trabajo, no te enfermaste, tu familia está bien. Eso como regla general”.

Por su lado, Bagattini subraya las bondades de la autorreflexión: según él, eso nos trasforma en menos impulsivos, más empáticos y más compasivos, con los demás y con uno mismo. Eso lleva inevitablemente a los sueños de la infancia, a la familia, a los afectos y a los recuerdos.

Volver a empezar. “Las subidas y las bajadas, los saldos más o menos negativos, serán siempre inevitables. El proceso mismo de nuestro desarrollo está invadido de casualidades, inconvenientes y desafíos que nos ponen a prueba, tanto emocional como laboralmente, sea con nuestros vínculos de pareja, de familia, con nuestros jefes o nuestros amigos. Unas veces, venceremos y sentiremos placer por lograrlo al menos por un rato. Otras veces perderemos, de forma más o menos dramática, más o menos fatal. Al final será nuestra resiliencia, nuestra adaptación a la adversidad, esa capacidad presente en cada uno de nosotros la que nos permitirá, a solas o con ayuda, enfrentar lo que se nos presenta de la mejor manera que podamos”, concluye Bagattini, investigador de Centro Uno, dedicado a la salud mental.

Es que a veces, no hay caso, los números no cierran. No es casual que mucha gente le tenga terror a estas fechas. Una buena manera de encarar eso es amigarse con las propias emociones y no caer en lo que De Barbieri llama “un exceso de positividad”, esa creencia de que todo estará bien mágicamente. “Si estoy mal, estoy mal. Estoy pasando un duelo y no vale dorar la píldora. Tengo que acompañar estas emociones hasta que pueda recuperarme”.

Hay años malos, qué duda cabe. Años en los que han ocurrido rupturas amorosas, desilusiones, soledades, pérdidas laborales, sueños truncados, velorios. Alvez Guerra dice que es bueno buscarles significados a esas cosas terribles o ver si las puertas que se cierran no conducen a otras que abren. Obviamente, la pérdida de un ser querido es irreparable, pero la de un trabajo o de una pareja puede significar una nueva oportunidad.

“Lo importante es darse el tiempo para sanar, entender que vamos a estar más fuertes, pensar en cosas más realistas. Las metas pequeñas y sostenibles son las mejores porque son las que nos permiten seguir creciendo. Entonces, si tuvimos un mal año vale perdonarnos, ver si hay una oportunidad nueva, sanar, aprovechar la resiliencia y saber que la vida es cíclica. Todo lo malo termina y ya va a venir lo positivo. Y no dejar las manos en el azar, la felicidad tiene que ver con la acción”, dice la directora y fundadora del Centro de Psicología Positiva del Uruguay. No darse por vencido es un paso para una vida más feliz. Y para eso no hace falta esperar a que termine un año y empiece otro.

En esto último, en no darle más trascendencia a una fecha en particular que a otras, y en ver oportunidades en las derrotas de la vida, también ponen énfasis los treinta años como terapeuta de Richard Prieto. “Cuando una persona te dice que tuvo un año horrible, vos ves que está en un muy buen momento para dar vuelta todo: que del dolor se aprende, que un fracaso amoroso o laboral trae otras oportunidades, que se puede recomenzar. Eso sí es permanente. Yo no creo tanto en el balance de fin de año porque la vida recomienza todos los días”.

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